Escuela Amelia Barahona de Mujica, Gualliguaica, Comuna de Vicuña.

3arquitectos / Nelson Sepulveda / Mabel Peña / Freddy Sepulveda

ESCUELA de GUALLIGUAICA, COMUNA DE VICUÑA.
Gualliguaica es un pueblo localizado en la ribera norte del Río Elqui, a 45 kilómetros de La Serena y 12 kilómetros de Vicuña.
La construcción de la represa Puclaro, implicó la inundación de áreas agrícolas, entre las cuales quedó el antiguo Gualliguaica, de origen Diaguita con 500 años de historia, un poblado con un orden lineal, en torno a una calle principal, conformada con antiguas casas de adobe, con patios y huertos.
El emerger del nuevo poblado toma cuerpo cuando los habitantes manifiestan su voluntad de mantener la cercanía al antiguo pueblo y de preservar parte del patrimonio arquitectónico, rescatando su iglesia y la estación.
La escuela se plantea en lo alto del pueblo, por sobre el embalse, el llegar a ella es como un caminar descubriendo, acontecer propio de los niños del valle, que distantes caminan hacia su escuela. Es este acto el que encuentra cabida luego en los espacios propuestos, integrando el acontecer de alumnos, padres y profesores en un constante descubrir el territorio.
La escuela se entiende en su sentido comunitario, que se reafirma desde el instante en que el pueblo se re-funda para todos en un mismo tiempo. Este sentido es parte fundamental de la comunidad educativa y se plantea acorde con el espíritu de la reforma educacional (el de una escuela abierta). La materialización de este propósito se logra al reinterpretar la antigua calle del pueblo, a modo de una feria, la que en su despliegue de sombras da paso a este caminar jugando, aprendiendo y construyen la experiencia espacial de habitar un lugar por medio de vistas que nos sitúan dentro de un contexto territorial próximo y lejano.
La escuela se ordena entonces, a partir de una calle larga que estructura espacialmente las distintas zonas entre suelos en pendiente.
Una primera, conformando los volúmenes perimetrales con la calle y hacia una futura área verde que constituye la cara de la escuela hacia la comunidad, en donde se sitúan los espacios de talleres y sala de computación los que en algunos momentos son utilizados por padres y apoderados. También aquí están las salas, las que orientadas transversalmente otorgan vistas hacia los cerros, y entre fisuras controladas como patios y bebederos hacia el embalse.
Por otro lado el bloque administrativo enfrentando la calle en pendiente, plantea el acceso en la esquina, entre ambos bloques, generando una amplitud en correspondencia con el atrio de la iglesia. Este acceso junto con lo anterior arma una esquina mirador, protegida del viento y del sol.
Una segunda zona en lo alto, la cual invita a contemplar de un modo más distendido mientras se come. Completando esta zona se ubica el jardín infantil el cual desde lo alto participa del quehacer del resto de los niños.
La última zona recoge los aconteceres más comunitarios y expuestos de la escuela, correspondientes al área de la multicancha la que responde a su condición masiva a través de caras permeables definiendo un contorno de sombras continuo y abierto, en los cuales se pueden desarrollar actividades integradoras con el barrio, independientemente de los tiempos de uso del establecimiento.
La escuela busca dar respuesta mediante el espacio arquitectónico, a las necesidades creativas de experimentación de los niños, mediante ventanas orientadas, mobiliarios exteriores e interiores como parte de la arquitectura, circuitos de rampas para minusválidos que además permiten jugar, y sombras cambiantes que dibujan el suelo, ordenando un habitar arraigado al lugar.